La confianza está relacionada con la seguridad, la esperanza, la sinceridad, el compromiso, con una serie de conceptos que tienen que ver con tus propios valores.
Está claro que cada uno de nosotros tenemos un concepto distinto de cada cosa. Cada uno interpretamos la realidad de una manera diferente. Y hay tantas interpretaciones como personas hay en el mundo.
Lo primero que cabe preguntarse uno mismo es cuánto confías tú en los demás. ¿Cuánta confianza tienes en tus hijos adolescentes? ¿Cuánto confías en ti?
Algo que digo en mis sesiones de trabajo, y que vivo en mi vida familiar cada día, es que la confianza se va construyendo cada día, que es algo delicado, pues se puede perder en un solo instante y nunca volver a recuperarla (podrás aumentar o recuperar la confianza, y suele quedar un poso de desconfianza tras la experiencia vivida). Aunque eso depende de ti, de tus valores, tus creencias y de lo que consideres que es más importante en tu vida hoy.
Algo que me dicen reiteradamente muchos padres y madres de chavales adolescentes es que quieren recuperar la confianza con sus hijos. Ya que es en la adolescencia cuando se produce un distanciamiento notable entre ambos y los cambios que se producen en el adolescentes sumado a una comunicación deficiente, pueden provocar la pérdida de confianza mutua.
Reforzar la confianza durante la adolescencia servirá para el desarrollo psicológico y madurativo del individuo, así como para adquirir una seguridad personal más fuerte y sólida para cuando lleguen a la edad adulta.
Piensa en un momento de tu vida en el que hubieras deseado tener más confianza en ti cuando ibas a enfrentarte a un reto y tenías tanto miedo que dudabas de ti. ¿Qué te hubiera gustado que te dijeran tus padres justo en esos momentos? ¿Qué crees que hubieras necesitado escuchar?
Otra cosa que puede ocurrir es que hayas confiado en algún amigo, compañera, o colega de turno y esta persona te haya traicionado, haya roto tu confianza en ella. Y no sabes ni por qué, ni qué ha pasado para llegar a esa situación.
A mí de pequeña una frase que me repetía mi padre constantemente y se llegó a convertir en una creencia destructiva y muy limitante que me ha afectado negativamente en muchos ámbitos de mi vida fue: “No te fíes ni de tu padre”. ¡Toma ya! ¿Qué te parece?
¿Recuerdas tú alguna frase que te dijeran tus padres, o alguno de ellos y que te fuese útil en tu vida? ¿Recuerdas alguna frase que, por el contrario, te limitase en algo? Esto tiene que ver con las creencias que nos acompañan a lo largo de la vida y sin darnos cuenta influyen de uno y otro modo en aquello que hacemos a diario. Creencias.
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EN QUÉ SE FIJAN LOS ADOLESCENTES PARA GENERAR CONFIANZA
- Compartir intereses comunes.
- El trato personal.
- Cuándo se rompe la confianza.
Os explico cada punto a continuación.
Algo fundamental para todo ser humano y, sobre todo, durante la adolescencia, es COMPARTIR LO QUE ME INTERESA. Cuando compartes algo tuyo a otra persona y ésta te hace sentir que realmente le interesa, automáticamente se genera un vínculo, que os llevará a seguir compartiendo aquello que os interesa a ambas partes. Esto en la adolescencia se multiplica exponencialmente y mucho.
Si queremos que nuestros adolescentes nos cuenten sus cosas, sería mejor escuchar más, hablar menos, nada de juicios (son especialmente sensibles a esto y solemos hacerlo los padres y madres sin darnos cuenta) y compartir con ellos también nuestras cosas como adultos, que también tendremos hobbies y opiniones que compartir con ellos.
La forma en la que las personas con las que te relacionas TRATEN A LOS DEMÁS, afectará para bien o para mal en tu confianza a ellos. El lenguaje no verbal, los pequeños detalles, gestos, tono y lenguaje que se utilice, si está acorde a tus propios valores humanos, te acercará o alejará a la hora de confiar.
Algo que he vivido con mis hijos es que algunos compañeros de colegio se llaman “puta”, cuando en “mis tiempos” decíamos “tía, tronco, pavo, colega”, etc. Lo normalizan. Y cuando se les dice que no te lo llamen, te dicen que no es para tanto, que no seas así… ¿Te suena? En fin.
Cuando una persona ROMPE LA CONFIANZA, habiendo vulnerado algún secreto que hayas contado, o que escuchas que algún amigo va hablando mal de ti a escondidas tuyas, pues es obvio que cuesta muchísimo volver a confiar en él. Y no sólo en él, sino en futuras personas con las que te encuentres. Pues no quieres que te vuelvan a “traicionar”, a hacer daño.
“La mejor manera de saber si puedes confiar en alguien es confiando”
(Ernest Hemingway)
Os dejo aquí un enlace con 70 frases curiosas sobre la confianza. A gusto de todos.
A continuación os cuento 8 CONSEJOS sobre cómo FOMENTAR la CONFIANZA en los ADOLESCENTES.
- Valorar y reconocer sus avances y progresos.
- Mostrarnos como padres y madres cercanos a ellos.
- Preguntarles y contar con la opinión de los jóvenes.
- Apoyarles en lo que es importante para ellos.
- Pasar tiempo juntos.
- Permitirles que tomen sus decisiones por sí mismos.
- Dejar que se equivoquen.
- Apartar las críticas y juicios.
En psicología lo contrario a la confianza es el miedo. En la adolescencia los padres y madres tenemos miedo a que nuestros hijos se equivoquen, a que tomen decisiones que les generen dificultades y sufrimiento innecesario (innecesario a nuestros ojos de adultos, claro), miedo a que fracasen (como seguramente nos habremos sentido nosotros en más de una ocasión), miedo a poder controlar sus vidas, lo que hacen, con quién están, etc., miedo a su inexperiencia…
Los jóvenes suelen fijarse, a la hora de confiar, en su familia con quien conviven y se relacionan con cierta frecuencia, en sus amigos sobre todo, en sus parejas, en sus profesores y compañeros, en ese orden. Insisto, se fijan para bien y para mal. Para repetir aquello que les guste y les interese más, o para alejarse de ese comportamiento 180º.
A la hora de generar confianza, lo que peor solemos hacer las familias es preguntarles a modo interrogatorio. Claro, como se han encerrado en ellos mismos, en sus cuartos, con sus cosas, ya no nos cuentan lo que les pasa como hacían poco tiempo antes. Y cuando vamos con ese ansia de sacarles la información con sacacorchos, ellos lo huelen a kilómetros de distancia.
Tan sólo hay que prestar atención a su lenguaje corporal y la expresión de su cara.
Algo que aconsejo a padres y madres por igual, es que cuando quieran saber algo de sus hijos, que eviten preguntar de manera directa e inquisitiva y que hablen más cómo se sienten ellos si es que sus hijos hace mucho tiempo que no hablan, o que hablen desde lo que necesitaría de sus hijos a la hora de sentirse tranquilos de que todo vaya bien y no estén teniendo algún tipo de problema y no sepan pedir ayuda por vergüenza, por ejemplo (algo bastante más habitual de lo que nos parece)
También puede ocurrir que haya padres y madres que no hagan preguntas a sus hijos, porque sienten que no quieren invadir su espacio entrometerse en sus asuntos, quieren darles libertad y espacio. Y en esos casos puede ser que los adolescentes piensen que a sus padres no les interesan sus cosas.
Lo cierto es que llegar a un equilibrio entre ambos puntos (preguntar demasiado y no preguntar apenas) es tarea difícil.
Ser nosotros mismos, escuchar de verdad, no esperando a que nuestros hijos nos den la respuesta que tenemos nosotros en mente, les damos espacio a que sean ellos mismos, auténticos, a que manifiesten lo que piensan porque saben que van a ser escuchados y respetado, aunque sepamos desde nuestra experiencia de adultos, que se van a equivocar.
No hay nada mejor que la “bofetada” de la realidad para aprender de esa experiencia, antes que pararles y prohibirles ir por un determinado camino que pensamos no es el adecuado para nosotros. Cada persona debe transitar el camino que ha pactado antes de llegar a este plano para aprender lo que le toque.
“Cuando sientes que un padre confían en ti, empiezas a confiar en ti mismo”
Muy bueno, intentaré aplicarlo con mi hija mayor.
Ir dando pasos cada día nos ayudará a acercanos a nuestros hijos y retomar la confianza que, aunque no sea como la de antes (puesto que ellos ya nos son niños pequeños), nos puede sorprender gratamente. Siempre que estemos abiertos a nuestros chavales y hablemos con sinceridad y desde el amor que les tenemos. Seguro que tendrás éxito. Un abrazo y gracias por escribir!