Amigos, en los últimos seis meses del 2015 he experimentado la increíble emoción de volver a sentirme enamorada. Las maripositas se han adueñado de mi estómago y los escalofríos de tan placentera sensación volvieron a recorrer mi espalda. ¿Habéis sentido alguna vez algo así? Pero, ¿sabéis cuál fue la diferencia? Que esta vez, ese enamoramiento, esas maripositas, esos escalofríos, se debían a haber encontrado, por fin, mi vocación: ¡¡¡ser coach!!!
Ya en los últimos post que publiqué (hace mucho, sí, lo sé, justo hace seis meses, ¡¡mira tú por dónde!!), comencé a hablaros sobre este tema, el coaching, a raíz de mi experiencia en las jornadas que la escuela D´Arte Coaching lleva organizando los últimos años. En aquel encuentro empecé a leer sobre este tema, empecé mi biblioteca personal sobre el Coaching y el Desarrollo Personal.
Hace un par de años una idea comenzó a rondarme la cabeza: hacer un taller para niños que desarrollase su capacidad de autoconocimiento a través del arte (ya que soy Licenciada en Historia del Arte y me encontraba en un punto de reconducir mi carrera profesional) Tener dos niños pequeños también me ayudó a centrar el tema: me encantan los niños, me encanta jugar con ellos, y me encanta enseñarles a crecer. Así que empecé a transmitirles todo aquello que yo iba aprendiendo en mis sesiones de terapia. Un día, llevando a mi hija mayor (tiene 6 añitos) a un cumple, escuché cómo le hablaba a una amiga, aconsejándole cómo podía hablar con otro niño con el que esta amiga tenía un problema. Ahí me quedé ojiplática. Me dije: “Leches, pues parece que esta niña (mi hija) sí que me escucha”. Eso me dio fuerza para seguir haciendo lo que yo hacía.
En octubre pasado, de repente, los astros se alinearon; las piezas del puzle de mi vida encajaron notablemente, cuando conseguí comenzar mis estudios de Especialista Universitario en Coaching, Inteligencia Emocional y Programación Neurolingüística. ¡¡No me lo podía creer!! Fue todo mucho más rápido de lo que yo me esperaba. Las maripositas volvieron a revolotear a toda leche en mi estómago. Todo se precipitó… Y empecé.
Llevo tres meses estudiando, practicando conmigo misma para empezar, poniendo en práctica lo que aprendo con mi familia. ¡¡Y los resultados son espectaculares!! ¡¡Estoy encantada!! ¡¡Por fin he encontrado mi vocación!! Algo que llevaba haciendo toda la vida, desde niña, pero sin saber lo que hacía. Yo siempre he querido ayudar a la gente. Es algo que me hacía sentir feliz en lo más profundo de mi corazón. Los últimos años han sido bastante duros, con la crisis, estar en paro tanto tiempo. Pero se acabó. Sé que este año arranco. Lo siento así muy dentro de mí. Como decía una compañera del curso: “El que tiene un para qué, encuentra un cómo y un cuándo”
Así que esta era la última pieza del puzle que llevo tiempo queriendo hacer. El último escalón para arrancar profesionalmente, enlazando mi formación: Arte – Juventud – Coaching. Y así, este año sí que estaré plenamente formada para llevar a cabo ese taller del que os llevo hablando hace tiempo. En el próximo post os hablaré de cuáles son mis motivos para haberme centrado en la maravillosa juventud.
Estupendo, adelante
Muy buena idea Reyes…pena no estar más cerca para poder asistir a esos talleres me encantaría. …todo lo que sea transmitir valores, ayudar a la gente me encanta….bs
es una historia cautivante gracias!
Claro que si Reyes … lo mas importante en esta vida es centrarse en lo que a uno le llena !!! Y cuando es así , afloran todas esas “capacidades” que nos habian pasado desapercibidas….aún habiendolas puesto en pràctica de forma expontanea y natural durante mucho tiempo!! BESÍN!!!
Mucho ánimo Reyes!!! Ayudar a los demás es una de las experiencias mas gratificantes que uno puede tener. 😉