Cuando escuché por primera vez esta frase hace ya unos años, me sonó a mentira vendible sólo apta para aquellos que quisieran comprarse tal afirmación.
Hoy te puedo decir, de nuevo, por propia experiencia, que es real. ¿Y qué es real? Pues lo que tú quieras que sea para ti.
Aprendí que existen tantas realidades como personas hay en el mundo. Todas válidas. Todas respetables. Para cada uno, claro está. No todos pensamos igual, ni falta que hace. Y todos nos complementamos.
Lo que me vale a mí, no tiene por qué valerte a ti y viceversa. Pero si lo que te vale a ti, te funciona y es bueno para ti, yo no tengo ningún derecho a hacerte cambiar de opinión, o a que hagas las cosas o pienses lo que yo diga o crea. El mundo no funciona así. Y así nos va.
Respeto. Lo primero. Uno de mis grandes valores humanos. Por ti y por mí. Sin respeto, nos perdemos.
No voy a echarte el rollo de cómo es el mundo en el que vivimos. Tú ya lo estás viviendo, como yo.
Sin embargo, algo que sí comparto, pues así lo estoy experimentando a día de hoy, es el cambio de conciencia, de energía, que siento a mi alrededor y que veo en personas con las que me cruzo a diario.
Y es que algo que sí se ha perdido y cada vez se aleja más por la excesiva velocidad del mundo, es la conexión con nosotros, con nuestra esencia, nuestro ser supremo, que habita dentro de cada uno. Estamos más en el hacer, el tener, el controlar. Y hemos olvidado conectar con nosotros.
En mis correos, mis vídeos y mis artículos os he hablado de que todo y todos somos sistema. Nuestro cuerpo es un sistema que funciona conectado entre sí. Nosotros formamos parte de varios sistemas: el familiar de origen (nuestros padres, madres, hermanos, abuelos, etc.), la familia que hayamos creado (pareja e hijos), también puede ser familia con amigos (seres que hemos elegido y nos han elegido por una fuerte conexión, que nos aceptan, nos cuidan y nos cargan pilas), el sistema de nuestra comunidad de vecinos, el barrio, la ciudad, el país, etc.
Hasta salirnos al universo, que es el gran sistema infinito.
Y todo lo que sucede dentro de estos sistemas, para bien o para mal, afecta al resto de sistemas.
“Si aumentas la consciencia, los cambios en tu vida vienen por sí solos”
(Enric Corberá)
¿Por dónde empezar? Ya lo decía Gandhi: “Sé tú el cambio que quieres ver en el mundo“. Qué pesaditos somos, ¿verdad? Y sin embargo, así es. Siempre creemos que cuando no logramos algo, cuando nos pasa algo malo, lo bueno o la solución debe venir también desde fuera de nosotros.
Error. Una vez más.
¿Tú has probado de verdad, con todas tus ganas, a empezar tú a hacer cambios, del tipo que sean? ¿Cuánto tiempo lo has intentado? ¿Ha sucedido algún cambio con lo que tú has hecho o intentado?
Cuando uno se siente en el hoyo es bastante complicado ver la luz al final del túnel. Y más cuando pasa un año y otro y otro…
¡Y sigue habiendo salida! Lo que pasa es que a muchas personas les cuesta pedir ayuda. Muchas personas arrojan la toalla a la primera de cambio y refuerzan su creencia de que “es que eso no funciona” y que la culpa es de los demás.
¡Con la de profesionales y buena gente que hay para ayudar de corazón!
Pero nos obstinamos a creer lo que queremos creer. Y seguimos alejándonos de creer en nosotros, en Dios, la Fuente, la Divinidad, o en lo que elijas creer, en tener fe, desde el corazón.
Y es que nos aterra sentir.
Otros confunden el sentir, con la adrenalina. Es que si no hago puenting, o piso el acelerador de mi coche o moto a tope, o me tomo drogas, creo que no siento. O más bien, camuflo lo que no quiero sentir y que está ahí cada día.
De nuevo error.
Huir no es la solución. Y así nos pasamos la vida. Anestesiados con el móvil, las pantallas, las drogas, el sexo… ¡Jolines, lo de siempre! ¿No te aburre?
¡Al lío!
¿Te gustaría saber cómo crear tu propia realidad? Empieza por soltar todo lo que te resta, todo lo que te lastra, lo que te hace sentir mal, lo que no necesitas en tu vida.
A mí me costó muchísimo aprender a soltar. He vivido con contracturas, con dolores físicos y emocionales, que no sabía de dónde me venían. Me acostaba bien por la noche y me levantaba por la mañana como si me hubieran dado una paliza, como si hubiera ido a la guerra.
Mis fisios alucinaban conmigo. “¿Pero dónde te has metido, chica? ¿Qué has hecho?” Y yo respondía siempre: “¿Dormir?” Así durante años.
Ya sabes que para que algo entre en tu vida, algo tiene que salir, hay que hacerle espacio. Es la Ley del Equilibrio. Porque si sólo llenas, llenas, llenas, el saco acaba rompiendo por algún lugar.
Y sí, sé de sobra que soltar, puede costar mucho. Porque cuando uno es controlador, o le gusta tenerlo todo bajo control, soltar eso, cuesta.
Y no veas lo que libera cuando lo vas consiguiendo. Vamos, que hasta respiras mucho mejor. Y tú que pensabas que ya respirabas bien, que no tenías problemas… ¡Ains! Si yo te contara…
“La conciencia sólo es posible a través del cambio; el cambio sólo es posible a través del movimiento”
(Aldous Haxley)
Vamos, que por mucho que le des vueltas a la cabeza, que te quejes a todo el mundo que lo que te pasa es culpa de otros y que es terrible. Por mucho que dejes pasar el tiempo (más bien, que pierdas más tiempo), si no empiezas a dar pasos adelante, a moverte, a tomar acción, todo va a seguir en el mismo sitio.
En Coaching existen dos grandes objetivos:
- Darse cuenta de algo, tomar consciencia (de lo que toque, en función de la persona)
- Coger las riendas de tu propia vida. Sentirte responsable de tus cosas. Nadie más lo es.
Lo que está claro es que a lo largo de la vida, vamos aprendiendo diferentes lecciones. Pues venimos para aprender algo. Y para contribuir al mundo.
Y cada uno de nosotros aprenderá lo que le toque, cuando le toque y si le toca. Porque hay personas que por mucho que los demás queramos que cambien, o que aprendan algo ya, sólo lo harán cuando estén preparados. Y los hay que se marchan de este plano sin haber aprendido ciertas cosas. Porque no les tocaba.
¿Sabes qué es lo que estamos haciendo en casa últimamente?
Pues estamos jugando (porque la vida es juego) a crear nuestra propia realidad.
Lo primero es creer que eso es posible. Es el primer paso. Tener fe. Lo que te decía antes.
Lo segundo es pensar qué queremos crear (cada uno lo que quiera, porque somos diferentes, tenemos edades diferentes y objetivos distintos)
Para empezar, yo por la noche, cuando me acuesto, digo en positivo, afirmo o decreto (lo que prefieras) que voy a dormir del tirón, voy a descansar profundamente y que cuando me suene el despertador por la mañana me despertaré descansada, con energía y contenta.
Oye, pues que los días que lo llevo diciendo está sucediendo.
Mis hijos, por su parte, están creando su realidad con temas del colegio. Que les pasen ciertas cosas que quieren que les pase y que no les pasen otras (aquí siempre les digo que cuando digan la afirmación que sea, que lo hagan en positivo, que no usen el “NO”, ya que el universo no lo entiende)
Algo que es muy importante es aceptar. Porque muchas veces pedimos algo a la vida y no sucede. O no sucede justo cuando queremos o no sucede de la manera que nos hubiera gustado.
Por eso es imprescindible pedir soltando las expectativas. A mis hijos les digo “sueña alto, pero expectativas a tierra”. Que luego nos frustramos, nos decepcionamos y nos enfadamos.
La vida es juego. Borja Vilaseca le dice a sus seguidores que no le crean, que comprueben lo que él dice, a ver qué pasa. Pues yo te digo igual. Juega, crea, construye, tu realidad. ¡Prueba! ¿Qué puedes perder?
¡Bravo!
Gran artículo, lleno de verdad!